Cuando el AMOR llama
(y otros amores susurran)
"Que Tú, Señor, tengas la última palabra."
Es cierto, quien se ha visto reflejada en el rostro del Amor (así, en mayúscula) y se ha sentido llamada, podrá asegurar que su camino será de constante amor, de gran sentido pero, a la vez, de luchas interminables, donde se concluye con una mayor consciencia de la propia humanidad y de que sólo el Amor que la llamó, será capaz de darle la gracia de seguir eligiendo si va fijando su mirada en quien conquistó su corazón.
El camino de cualquier persona que ha decidido entregar todo su ser a un solo horizonte, no queda exento, en el instante de su “sí”, de la conquista de todos los demás caminos. A veces -de hecho, en demasiadas ocasiones -, el horizonte elegido puede verse difuminado por las sensaciones placenteras que unas ganas inmanentes y ciertamente instantáneas desean. Frente a esto, puede surgir confusión, temor o urgencia de responder a estos susurros de pequeños amores; y es que estos pequeños susurros no son “malos”, solo puede resultar que nos conduzcan en una dirección contraria de nuestro gran deseo. “¿Qué hacer?” “¿me he equivocado?” son preguntas que nacen si somos conscientes de estos hilos que nos halan en diferentes direcciones y de los cuales no podemos escapar porque los llevamos dentro. Entonces, parece que el camino es mirarlos de frente, nombrarlos y elegir.
La intención de lo plasmado no es ofrecer una respuesta prefabricada a la singularidad de tu vivencia, sólo delatar una de las batallas que pueden surgir en tu proceso de discernimiento vocacional. Sin embargo, dejaré unas palabras que pueden servir de ayuda.
No dividas tu Gran Deseo, en pequeñas ganas. Hay que diferenciar las ganas del gran Deseo vital. Las ganas son aquellas cosas que aparecen, soslayadas en nuestros afectos, y que nos piden una respuesta, a veces desesperada, pero sin conducirnos a ninguna trascendencia. Tienen la característica del “de pronto”. De pronto, me di cuenta de que me atrae “…” y no sé qué hacer.
El gran Deseo tiene historia, perdura en el tiempo, deja un gusto en el pecho de cierta certeza, de trascendencia, de sentido, de ilusión, de añoranza. Este Deseo no tiene que ver con nuestro humor o la circunstancias que nos rodean, se hace autónomo de ellos… lo que lo hace constante. Viene como llamada, como camino de una vida Verdadera. Llamada y camino que son difíciles de explicar, pero responden a lo que somos y soñamos.
Discierne y déjate acompañar, para no volver la vida Verdadera, en instantes de satisfacciones fugaces donde, al final, quedes con las manos vacías y un sinsentido en tus días.
Déjate mirar. Si estás confundida, ¿quién puede esclarecer tu mirada mejor que el Amor en el que te viste reflejada y llamada? Déjate mirar y que Su mirada te habite desde dentro y en un diálogo de días, renacerá la certeza y brillará la luz.
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Texto: Apostolinas Vocaciones